Para crear tu propio sitio web debes tener en cuenta algunas cosas y mucho se ha dicho sobre ello en Youtube o en cualquier foro de programadores.
Veamos lo básico.
Imaginemos que tu sitio web es una casita que quieres construir. Para construirla necesitarás un terreno vacío y urbanizado. En términos digitales, el hosting sería el conjunto entre el terreno y la casita que quieres tener.
Para elegir el terreno tenemos que tomar en cuenta qué tan grande será la casita que queremos construir. No es lo mismo un terreno para una casa promedio que para una mansión o para un condominio de departamentos. Mientras más grande sea tu página web, más grande será tu hosting.
Una página web simple, donde sólo pondrás un par de fotos y algo de información de contacto, será como una casa pequeña, mientras una página web con muchas galerías de fotos, videos o aplicaciones, como carrito de compras, será una casa grande, con piscina y todo.
Entonces, antes de decidir por un hosting para construir nuestro sitio web, lo primero es estimar el tamaño que tendrá, dependiendo de qué queremos alojar allí.
Ahora bien, existen empresas que ofrecen construir sitios web de forma gratuita, como Go-Daddy o Wix. Pero nada es gratis en esta vida, todo tiene un precio, y el precio de construir nuestra casa en un terreno ajeno es que en realidad esa casa no es nuestra. Un sitio web construido al amparo de un gigante del hosting nos obliga a seguir SUS reglas del juego y obedecer sus restricciones. Nadie quiere vivir así.
Volvamos al principio. Queremos construir una casita simple, que se adapte a nuestras necesidades. Estimamos que no necesitaremos un terreno tan grande y comenzamos la construcción. Pero nuestra casa se encuentra en medio de la nada. No hay caminos que nos unan al resto de la ciudad y, por ende, las visitas no sabrán qué buscar para encontrarnos.
Para regularizar esto necesitamos un dominio (algo así como una patente comercial que nos permite usar un nombre de fantasía).
El dominio será nuestro nombre en la web, que enviaremos a nuestros conocidos para que puedan visitarnos.
En términos técnicos, nuestro terreno –el hosting- tendrá asignado un número único (IP) que será el identificador del servidor en que está ubicado. Si el hosting es el terreno de nuestra casa, el servidor es el barrio en el cual se emplaza el terreno.
Cuando nosotros buscamos nuestro dominio en la web, existe una tabla llamada DNS (Domain Name System) que redirecciona nuestra búsqueda de dominio (nuestro nombre, por ejemplo, www.mitienda.cl) hacia el IP de nuestro servidor, donde se encuentra nuestro sitio web. Entonces, la información alojada en nuestro hosting va de vuelta al DNS y de ahí al navegador web, donde finalmente accedimos a nuestro sitio web. Todo esto sucede en milésimas de segundo.
Entonces, una vez que tenemos nuestra casa construida en un terreno firme y seguro (hosting) y le asignamos un nombre (dominio), recién podemos comenzar a llenar esa casa de muebles. En resumidas cuentas, comprar un hosting y un dominio equivale a comprar una casa vacía, lista para habitar. El paso siguiente, amoblar la casa, es el equivalente a configurar y personalizar nuestro nuevo sitio web.